
A partir de las declaraciones del jefe de la UCR los Compañeros se inspiran.
COSA QUE NO ME GUSTA, DOÑA, EL RACISMO Y EL NEGRO DE AQUÍ A LA VUELTA
Por Enrique Manson
Mayo de 2010
El senador mendocino Ernesto Sanz ha declarado su disgusto sobre lo
que hacen los destinatarios de la Asignación Universal por Hijo.
Según manifestó a los diarios: -Por la Asignación Universal por Hijo
aumentaron el consumo de droga y el juego. No se trata de estigmatizar a ningún sector social, son datos de la realidad.
Es importante la aclaración que el señor senador hace: No se trata de
estigmatizar a ningún sector social.
Es que la Unión Cívica Radical es un partido popular, y Morales rinde culto al pasado del partido de Yrigoyen.
¿A quien se le ocurre que pueda querer estigmatizara la plebe, cuando
jamás lo han hecho?
No son lo mismo que la falsa Casandra, la pitonisa de desastres que
nunca se producen, que dijera hace un par de elecciones que la clase
alta y la clase media le enseñarían el camino a los extraviados del
pobrerío, que siguen votando a los K por el pancho y la coca.
Y que por eso, la Asignación Universal debe extenderse, también, a los niños ricos que –como decía el presidente innombrable- no tienen cambio.
Es cierto que un destacado correligionario como Gerardo Morales hizo
que muchos argentinos nos desayunáramos de la obra de Milagro Sala
cuando la denunció, bien a lo varón, diciendo que los piqueteros de la
Tupac Amaru lo habían patoteado.
Hablaba de la misma Milagro Sala que, según dice, les pega a las mujeres.
No como él, que esperó que Mercedes Marcó del Pont se retirara del recinto de la Comisión del Senado para agredirla verbalmente por no haber contestado las preguntas que no se atrevió a formular.
Y no se trata de cualquier legislador.
El senador nacional Gerardo Morales había sido elegido como el senador más laborioso de 2006 por sus pares, junto a los diputados nacionales y los periodistas que cubren la actividad parlamentaria.
Es que con esta chusma no se puede.
Ahora se gasta la asignación, que pagamos todos, en bingo y en paco, lo mismo que antes levantaban el parquet de las casas que les regalaba la demagogia de Perón y Evita para hacer asados.
Fue por eso que, sin querer estigmatizar a los descamisados, el entonces diputado radical Ernesto Sanmartino, pronunciara, en los años 40, sus definitorias admoniciones: El aluvión zoológico del 24 de febrero parece haber arrojado a algún diputado a su banca, para que desde ella maúlle a los astros por una dieta de 2.500 pesos.
Que siga maullando, que a mí no me molesta.
Es que, si para algunos -El peronismo significa la recuperación de lo social como realidad anterior a las formas políticas del liberalismo y del Estado de Derecho liberal-burgués: ese componente básico que, por lo demás, está en las entrañas de la tradición política hispanoamericana.
En términos generales, Perón vino a reintegrarle al hombre común
marginado su capacidad política y a convertir en protagonista al
descamisado y al cabecita negra, para instalar una columna
vertebral nueva en el proceso político-social de los argentinos. [1]
Para otros, producía la reacción que observaba Arturo Jauretche entre
quienes habían sido la modesta clase alta del barrio o del pueblo
del interior y, sin perder materialmente nada, se sintieron invadidos
por el ascenso de los negros, que ahora los obligaban a hacer cola
en el almacén, donde antes recibían el trato personalizado del
almacenero.
Muchos de ellos descendían de inmigrantes que, con esfuerzo y
tenacidad, habían superado su origen obrero, y no les parecía justo
tener que soportar a los recién llegados.
- ¡De que valía el esfuerzo de ahorro de los viejos, llegados desde esa Europa dura y protestantizada, si ahora estos negros gastaban dispendiosamente -igual o más que ellos- lo que el facilismo oficial les otorgaba...!
Se sentían dueños de la ciudad, ahora invadida por los criollos
atezados e incultos.[2]
Claro que, para llegar a pensar así, olvidaban que sus padres o
abuelos habían recibido a su vez el desprecio de quienes en su momento
se vieron invadidos por ellos.
El primer día en que la UCR alcanzó el poder, el 12 de octubre de
1916, el doctor Benigno Ocampo hacía una descripción de tal tragedia:
-Ha sido terrible... Escupieron las alfombras...
Descolgaron las cortinas en el empeño de verlo...
En la calles reemplazaron los caballos, empujando el coche...
Hemos pasado del escarpín de baile a la alpargata.
Si esto ocurre con los legisladores, no debe asombrarnos que muchos
integrantes de la clase media, que han olvidado sus penurias de 2001 y
2002, y que desbordan supermercados, centros de compras,
restaurantes, cines y lugares de veraneo, estén profundamente
disgustados con el gobierno.
Es que les duele más la mejoría en la situación de los humildes.
Como el modesto patriciado aldeano o barrial de que hablaba Don
Arturo, ellos piensan: Si los negros viven como yo, entonces yo vivo