lunes, 5 de abril de 2010


GESTA DE MALVINAS: UNA CAUSA JUSTA.

En actos de heroísmo, los argentinos hundieron al: Coventry, Antílope, Ardent y Sir Galahad. El Sheffield y el Atlantic Conveyor fueron hundidos por Exocet. También alcanzaron a 14 de las 23 unidades británicas, entre ellos al Invencible.

Por Blas García

Avión argentino ataca al barco inglés Ardent

Frente al colonialismo

Hace veintiséis años, los argentinos intentamos recuperar nuestras islas por la fuerza, cumpliendo con una reivindicación nacional de tenaces y profundas raíces en la sociedad argentina, más allá del pésimo manejo y de la oscura motivación de los militares que proyectaron el conflicto.

Emprendimos una lucha contra las principales potencias de Occidente, contra Gran Bretaña, socio incondicional de los EE.UU., y toda la OTAN, que se unirían en una descomunal campaña militar contra un país que se había atrevido a retomar su soberanía y que contaba con la solidaridad de otras naciones hermanas de toda Latinoamérica.

Las tropas argentinas, que un 2 de abril de hace 26 años, ocuparon las islas, desalojaron al británico usurpador, y se enfrentaron, en una corta pero sangrienta contienda, a una enorme Armada inglesa que vino al Atlántico sur para recuperarlas.

Los épicos pilotos argentinos lograron hundir con sus bombas al destructor "Coventry", a las fragatas "Antílope" y "Ardent", y al buque de desembarco "Sir Galahad".

El destructor "Sheffield" y el buque transporte de aviones "Atlantic Conveyor" fueron hundidos por misiles del tipo Exocet.

También alcanzaron a otros 14 barcos de las 23 unidades de combate del núcleo de la Task-Force británica, entre ellos al poderoso portaaviones "Invencible".

Nuestros soldados pelearon con coraje y valentía, en actos de verdadero heroísmo, a pesar de haber protagonizado un conflicto perdido de antemano declarado por un gobierno militar tambaleante, que inició una guerra en condiciones militarmente absurdas, buscando una legitimación popular que no tenían, para mantenerse en el poder y que no entendió nunca la dimensión de las potencias enemigas ante las que se plantaba.

Batallas desiguales

Los soldados, marinos y aviadores que participaron de la guerra –hoy "veteranos" o "ex combatientes"– libraron distintas batallas al mismo tiempo: contra los británicos, asistidos por norteamericanos y los chilenos de Pinochet, pero también contra los errores, el desconcierto y la inoperancia del propio gobierno militar de facto.

La sociedad argentina acompañó generosamente la gesta emprendida, más allá de la ilegitimidad del gobierno que decidió esa guerra y de la contradicción entre la política de la dictadura, arrodillada frente Estados Unidos que hacia de la Argentina un país dependiente, y su intento de desafiar militarmente, sin conciencia cabal, el orden mundial dirigido por la superpotencia, provocando a Gran Bretaña, su principal aliado.

Los combates impusieron la fuerza de la OTAN y las islas volvieron al dominio británico. Como resultado, el gobierno militar cayó en desgracia con los Estados Unidos, que cambió su estrategia de apoyo para con las dictaduras de América Latina, que eran mayoría y se derrumbaron una a una.

"Desmalvinización"

Utilizando la reprobación que merecía la siniestra operatoria del Proceso Militar, se montó la "desmalvinización", un deliberado proyecto para demoler lo que había de digno en aquella causa justa.

Se deshonró la acción de las Fuerzas Armadas en el sur y se banalizaron u oscurecieron los sacrificios cumplidos bajo su enseña, al trazar una divisoria artificial y tajante entre oficiales y soldados rasos.

A los oficiales, se los agravió de manera genérica, cualquiera hubiera sido su rango y desempeño; a los soldados, se los rodeó de un aureola de falsa compasión, viéndolos de modo exclusivo como a las víctimas de la "locura" de sus superiores.

Como resultado de esa campaña, los argentinos borraron el tema con dolor negador y además porque el genocidio de los '70 se impuso naturalmente sobre este tema.

Y así fue cómo la sociedad argentina no asimiló cabalmente el suceso de que era una nación derrotada, le daba vergüenza reivindicar la "Causa Malvinas" y olvidó el hecho.

Ingratitud social

Con esa pobre compasión, el Estado y muchos medios de comunicación, más buena parte de la opinión publica, le dieron la espalda a quienes habían vuelto de la guerra en las islas.

Sin compensación por los sacrificios realizados y tocados por la prédica que desvalorizaba la causa a la que se habían entregado, muchos de aquellos jóvenes optaron por el suicidio.

Cerca de 300, según las últimas estimaciones.

Una cifra casi igual a la mitad de los que murieron en batalla.

Por supuesto que quienes se ocuparon de rebajar la causa nacional que supuso la gesta malvinera, pusieron esa contabilidad en la cuenta de la guerra. Pero es mucho más lógico pensar que no fue eso, sino la ingratitud social, lo que empujó a tantos muchachos a terminar con sus vidas.

Contra la dependencia

Hubo sectores "progresistas" que fomentaron la "desmalvinización" porque estaban movidos por el anhelo cortoplacista de terminar con la nefasta presencia castrense en la política argentina y no señalaron las diferencias entre el golpe y la causa Malvinas.

Pero, la derrota de Malvinas suministró a la oligarquía local y a los poderes foráneos (EE.UU. y Gran Bretaña) que siempre han tenido un papel determinante, una oportunidad para rematar una tarea que venían realizando desde la Revolución Libertadora de 1955 y que apuntaba a destruir las ansias de independencia de nuestro país dentro de la unidad latinoamericana.

Argentina ha demostrado siempre, a lo largo de su historia, una marcada tendencia en su Pueblo a adoptar una actitud soberana y acompañarla con logros concretos en la lucha contra la dependencia: con Juan Manuel de Rosas, Hipólito Irigoyen y Juan Perón.

Por eso, humillarla, hundirla en la derrota y el desconcierto, era una manera de aplicarle una lección para que no volviese a levantar cabeza.

Al horrible castigo de los años de la sangrienta dictadura, se sumó la "desmalvinización" y, con ella, la desarticulación de proyectos esenciales para nuestro progreso tecnológico.

La liquidación del Plan Cóndor, de desarrollo misilístico; la paralización de los proyectos nucleares y, luego, la hiperinflación que terminó de aterrorizar al país, abrieron el camino al modelo neoliberal que liquidó la industria y el empleo.

Todas fueron etapas de un mismo proyecto.

Recuperación y valoración de la gesta

La actitud de reconocer la lucha de los sobrevivientes de Malvinas, es una señal de que las cosas están cambiando.

En muchos aspectos, es demasiado tarde, pues no se puede volver a la vida a quienes se alejaron desilusionados de ella, ni es posible recuperar el tiempo perdido a causa de la destrucción de nuestra infraestructura industrial.

Pero siempre es posible comenzar de nuevo.

Porque veinticinco años después, la guerra de Malvinas es, todavía, un episodio no saldado.

La recuperación y valoración de la gesta es una obligación con los compatriotas muertos en estas islas argentinas, con los veteranos que sobrevivieron y con nuestros derechos a la soberanía en las Malvinas, Sándwich y Georgias del Sur.

BG/

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