lunes, 21 de junio de 2010


PATRIOTAS DEL ACERO

20 de Junio 1960

UN NUEVO ANIVERSARIO DEL ENCENDIDO DEL ALTO HORNO NO 1 DE SOMISA

Por Alberto Lorenzo Zoccola

Hace cuarenta y ocho años, como consecuencia del trabajo perseverante, tenaz, y sin renuncias de un gran argentino, don Manuel Nicolás Savio, un conjunto de personas provenientes de casi todas las latitudes del país y también de algunos países vecinos, sumados a los nicoleños y ramallenses, empeñaban toda su capacidad, todo su esfuerzo, y toda su esperanza compartida con sus familias, encendiendo el Alto Horno No 1, dando vida así a la primer planta integrada para la producción de acero en nuestro país: la Planta Gral. Savio, de la Sociedad Mixta Siderurgia Argentina.

De esta manera, la firme decisión del entonces presidente Dr Arturo Frondizi , hacía realidad este proyecto de Savio, que había contado con el decisivo impulso dado por el Gral. Perón en su gran política de industrialización.

Esta historia comenzaba oficialmente en 1942, con la presentación al Congreso de la Nación, por iniciativa del entonces Coronel Savio, de un proyecto de ley para crear la Dirección General de Fabricaciones Militares, con la función de realizar estudios, investigaciones, etc., para conocer las posibilidades industriales del país referidas a la producción de materiales y elementos de guerra, con el agregado de explorar y explotar la extracción de minerales y la producción de hierro.

Este proyecto fue convertido en la ley 12709, y al sancionarla el PE designó como presidente del Directorio y como Director General, al coronel Manuel N. Savio.

Como primera acción se encaró la exploración y explotación del yacimiento ferrífero de la sierra de Zapla, en Jujuy, y la instalación del primer Alto Horno argentino en la localidad de Palpalá.

Un pequeño alto horno para procesar el mineral del lugar utilizando carbón de leña, y con el cual se pretendía demostrar, ante la indiferencia imperante en esa época, que en la Argentina era posible reducir los minerales de hierro, como primer paso a la instalación de una industria siderúrgica sanamente integrada que sirviera como núcleo a una tarea mayor: la industrialización del país.

Es así que Savio encara la estructuración de un Plan Siderúrgico Nacional, donde el establecimiento de Zapla constituía un valioso emprendimiento regional, circunscripto a la producción de arrabio a partir de materias primas nacionales, y dentro de ese concepto debía completar su desarrollo.

La producción masiva de acero, debía encararse en una planta de gran capacidad, que se conciliara con los aspectos científicos, técnicos, y racionales modernos.

El Plan Siderúrgico comprendería a nivel nacional la totalidad de las actividades siderúrgicas radicadas en el país, asegurando su desarrollo y afianzamiento.

Propiciaba como núcleo fundamental del plan la creación de la Sociedad Mixta Siderurgia Argentina.

El establecimiento de esta empresa fue singularmente dificultoso, y aún cuando llegó a ser una pujante realidad, siempre estuvo sujeto a los embates de los poderosos intereses que desde el nacimiento de nuestra patria y por siempre bregaron por nuestra dependencia externa, utilizando como operadores a dirigentes políticos, banqueros, empresarios, sindicales, militares, etc; dispuestos a anteponer sus intereses particulares y sectoriales a los de la Nación.

El Plan Siderúrgico fue presentado al Congreso el 26/7/46, siendo convertido en ley casi un año después, el 13/6/47 con el número 12987. Fue promulgada por el PE el 21 de junio de 1947, quedando en la historia como la Ley Savio, la que fué parcialmente modificada 14 años después por la ley 15801.

En forma muy resumida, expresamos las finalidades de la ley:

a) Producir acero en el país utilizando materias primas y combustibles argentinos y extranjeros en la proporción que resultara más ventajosa económica y técnicamente, tratando de mantener activas las fuentes nacionales de minerales y de combustibles.

b) Suministrar a las industrias de transformación y terminado acero en calidad y costos adecuados. c) Fomentar la instalación de plantas de transformación. d) Afianzar el desarrollo de la industria siderúrgica argentina.

El plan se cumpliría sobre la base de: a) Yacimientos de hierro en explotación y plantas del estado existentes en este momento. b) La planta de la S.M.S.A. que se creaba por esa ley. c) Otras plantas de sociedades mixtas que pudieran crearse. d) Las plantas de transformación y terminado de productos de acero del capital privado.

Ya en 1944, y amparada en la ley 12709, la DGFM abría un concurso para la conformación de una sociedad mixta, que resultó con una única oferta concreta realizada por Talleres San Martín(TAMET), La Cantábrica SA, Siam Di Tela Lda., y ARMCO Arg.SA. y la adhesión de prácticamente el total de empresarios que a esa fecha estaban ligados a la producción de acero en el país, con su compromiso de suscribir acciones.

Durante un año de reuniones y consultas con dichos empresarios y consultores, Savio logró elaborar un proyecto para la formación de la Sociedad Mixta, y firmó con ellos un convenio sobre trabajos preparatorios para la constitución de esa entidad.

El proyecto de ley fue presentado al Ministerio de Defensa el 24 de enero de 1946, destacando la necesidad de no perder tiempo en el inicio de las tareas.

Luego de distintas alternativas dilatorias, recién el 26/7/46 el ejecutivo envía al Congreso el proyecto, que será sancionado el 13/6/47 y promulgado el 21 de junio de 1947,dos años y siete meses después de la licitación para constituir la Sociedad Mixta.

Finalmente, la sociedad quedó constituida con un mayoritario aporte del Estado y menos de un10% de aportes privados, expresando Savio en aquel momento: -Contamos con la solidaridad de los industriales argentinos, que nos han acompañado desde el primer momento, estimulándonos en toda forma para llevar adelante esta idea. También ellos cuando buscaron el contacto con nosotros, no perdieron de vista el aspecto comercial, pero en todo instante estuvieron a la par de los representantes del Estado en la apreciación y defensa de los altos intereses de la Nación.

Todo esto nos indica que SOMISA nacía, no como una idea caprichosa de alguien, sino como una expresión consensuada de quienes veían imprescindible cubrir una necesidad para el impulso de nuestra industria nacional, quedando también en evidencia que la única alternativa posible era la de que el Estado se hiciera cargo de liderar la iniciativa.

Al año del decreto-ley 12987, estaba definido el contrato con una empresa asesora y el lineamiento general de la planta que se instalaría en la punta Argerich, sobre el Río Paraná, en el partido de Ramallo y muy próxima a la ciudad de San Nicolás de los Arroyos.

Y aquí comienza una etapa de incertidumbre y demoras, ya que al actualizar los estudios , la planta que convenía instalar, resultaba de mayor capacidad y con más instalaciones que las originalmente pensadas, y los precios actualizados a ese momento eran más altos.

Por lo tanto, el capital necesario era mucho mayor que el aprobado en el presupuesto original.

Se hizo imprescindible encarar en breve término un aumento de capital, en momentos que se desataba el flagelo de la inflación, haciendo inciertos nuevos aportes privados, recayendo en el estado la responsabilidad por la integración de dicho capital en la medida adecuada para el impulso de la obra.

Ello se complicó por las dificultades para conseguir créditos en el exterior, transcurriendo así un período de indefiniciones, que se prolongaría hasta 1956. .

En este transcurso, luego de una jornada de trabajo dedicada a la búsqueda de alternativas para una solución financiera, en la tarde del 31 de julio de 1948, fallecía el General Savio víctima de una crisis cardíaca.

Quedó entonces como presidente el General Julio P. Hennekens, con el Gral. Humberto Magallanes como vicepresidente, con la convicción de que tenían que llevar adelante esta obra que tantos años de lucha y de trabajo habían llevado a Savio y tanta otra gente.

Fueron innumerables las dificultades y escollos que debieron superarse hasta llegar al día histórico en que se inició el proceso de producción de arrabio.

Hacia fines de 1959 entraron en operación las baterías 1 y2 de coquería para producir el combustible necesario para el alto horno y el 20 de junio de 1960, tras intensos días de preparación, una antorcha simbólica(1) encendía el ALTO HORNO Nº UNO, MARIA LILIANA , una unidad que a raíz de los distintos desfasajes entre lo programado y la realidad, correspondía tecnológicamente a la decada del 40 al 50.

Desde ese día, muchos esfuerzos, sacrificios, conocimientos, se sumaron para ir convirtiendo a SOMISA en industria de industrias, ubicándola en un lugar de importancia dentro del contexto latinoamericano.

La inauguración oficial se llevó a cabo el 25 de julio de 1960, a cargo del presidente constitucional de ese momento, Dr. Arturo Frondizi, quién al asumir su cargo el 1º de Mayo de 1958 había expresado en una parte de su discurso: -Deberá imprimirse, también, fuerte impulso a la siderurgia, que es otra garantía de progreso y soberanía nacional.

La puesta en marcha de la planta de San Nicolás, tendrá prioridad en los programas de ejecución.

Cumplida esta decisión, durante la inauguración de la planta decía: -Este día señala un jalón de gran trascendencia para la vida del país. Hoy la economía argentina está en una nueva etapa en el proceso de transformación estructural que llevara al pueblo argentino a conquistar el alto nivel de vida que demanda.

No ocultamos nuestro júbilo y nuestra emoción ante el acontecimiento que vamos a presenciar.

Es un gran privilegio para los hombres de nuestra generación ser partícipes de hechos como este.

En el pasado, gobernantes, hombres de ciencia y de armas, técnicos y empresarios argentinos vislumbraron lejano este momento que a nosotros nos toca vivir tan de cerca.

Permítanme evocar con emoción particular, de entre esta falange, al visionario y constructor que fue el General Manuel Nicolás Savio.

Debemos a su memoria no sólo el homenaje del recuerdo, sino el de la tenaz prosecución de los esfuerzos para alcanzar una vigorosa siderurgia.

Con su suministro de acero a precios preferenciales, y su fuerte aporte técnico y de investigaciones a través de institutos y congresos, SOMISA impulsó fuertemente el desarrollo de empresas privadas.

Con su política de utilización de insumos, repuestos, y materias primas nacionales impulsó y colaboró en el desarrollo de empresas proveedoras existentes y nuevas, provocando así la generación de miles de puestos de trabajo en la zona y en distintos lugares del país.

Un ejemplo importante fue el trabajo técnico conjunto realizado con el Instituto Argentino de Siderurgia y la empresa HIPASAM, que permitió consumir en los altos hornos de SOMISA toda la producción de aquella planta, que convirtió lo que era un desierto, en la ciudad de Sierra Grande.

También a través de mucho trabajo técnico y de investigación, logró incorporar al proceso de la coquería una cantidad importante de carbón de Río Turbio, combustible que mayoritariamente debía ser consumido por la central térmica de generación de electricidad.

En el aspecto social, la empresa debió crear las condiciones que hicieran posible contar con el personal indispensable radicado en las cercanías, con la construcción de viviendas, escuelas , edificios para un área comercial, hoteles, la Iglesia , que hoy constituyen un importante patrimonio de la comunidad.

Ya desde antes de su puesta en marcha y luego en forma constante, desarrolló un intenso plan de capacitación para personal de todos los niveles, incluyendo entrenamientos en el exterior, adhesión a becas de importantes institutos nacionales e internacionales, contratos de asesoramiento técnico con empresas de primer nivel mundial, logrando un plantel con alto nivel de capacidad y eficiencia, patrimonio que fue transferido con la privatización y en gran parte desechado.

Toda esa capacitación y experiencia fue generosamente transmitida a otras empresas tales como Altos Hornos Zapla, Hipasam e intercambiada con empresas privadas y siderurgias del continente. SOMISA, siguiendo los vaivenes del país, vivió épocas muy críticas, pero siempre logró sostenerse con recursos propios y pagando sus créditos al día.

Hasta que aparecen en escena Martínez de Hoz, Walter Klein y Cía, que además de iniciar la escalada de nuestra deuda externa, trabaron a SOMISA sus pagos al exterior, y respaldaron a los grupos que empezaron a atacar fuertemente a la Empresa que estorbaba a sus proyectos monopólicos.. Se iniciaba así la invasión de la onda neoliberal, que embozada detrás de la globalización, no nos abandonaría ya más.

En 1983, recuperamos la tan anhelada y amada democracia, pero lamentablemente y ante la decepción de todos, esta recuperación no incluyó la justicia social ni la economía al servicio de todos. Insignes discípulos de Chicago, Harvard, y la madre Inglaterra, continuadores de Martínez de Hoz, manejaron la economía subordinados a los intereses monopólicos y extranacionales, acompañados por el stablishmen local y con la anuencia de muchos de los funcionarios votados por nosotros y la complicidad de muchos sindicalistas y empresarios.

Dentro de ese contexto, en el área siderúrgica, como en otras, la fundación FIEL escribió en castellano la partitura que el FMI le dictó, y los interpretes antes mencionados, la ejecutaron.

La administración que tomó SOMISA en 1983, fue constituida por personal técnico que había estado en la empresa y empezó con la apariencia de darle gran impulso, pero con el correr del tiempo se advirtió que su principal misión era preparar su reconversión, iniciando su desvalorización para bajar su precio de venta .

Luego, a partir de 1989, la empresa es virtualmente arrasada por las administraciones de Hugo Franco, Juan Carlos Cattaneo y Jorge Triacca,culminando con María Julia Alzogaray que la vendió, como dice el tango, por cuatro pesos sucios .

Y entonces la reconversión se completó, como es lógico, de acuerdo a los intereses de los nuevos dueños, que no tenían por que coincidir con los intereses de la comunidad, según lo dictan las reglas del mercado.

Lo que FIEL escribió en 1983, se cumpliría a rajatabla.

Y aquel AH1 encendido en 1960, volvió a ser protagonista, pero esta vez como víctima de este proceso. Lo apagaron, en medio de confusos episodios, y allí quedó, junto a las viejas baterías, como mudo testigo de los más de 7000 somiseros que se marchaban con sus “retiros voluntarios” y una enorme confusión en su mente y en su corazón.

Mientras, sacudían sus cimientos las explosiones y el rugir de topadoras que convertían equipos de producción y galpones en campo raso. Resultaba funcional a las políticas implementadas eliminar de raíz toda instalación que pudiera volver a la producción generando competencia a los monopolios, ya sea destruyéndolas, o vendiéndolas al exterior como en el caso de las líneas de producción de rieles y perfiles y la colada continua de palanquilla.

Al mismo tiempo, los vientos que venían del sur , le contaban que el desierto volvía a Sierra Grande, porque su producción de pellets tuvo que dejarle lugar a los minerales importados en la carga del alto horno convirtiendo aquellas instalaciones en un fantasma patagónico , expulsando a miles de obreros y pobladores.

Desde el norte le llegaban los lamentos de los viejos zapleros que perdían su trabajo, reduciendo a la nada a la que fuera nuestra primer planta productora de arrabio , mientras que en Santa Cruz entraba en lenta agonía la producción de carbón en Río Turbio.

Observaba también, como en nombre de la globalización se imponía una apertura comercial indiscriminada y la importación de repuestos, materias primas, insumos, mano de obra, servicios, reemplazaban a todos los suministros nacionales, haciendo que más trabajadores de la zona y de muchos otros lugares del país perdieran sus puestos de trabajo.

Quizás por que empezaron a prometerle cada año que le iban a devolver la vida, a través de publicitadas conferencias que realizaban funcionarios de la nueva empresa prometiendo millonarias inversiones, cerró los ojos, y esperanzado, no quiso seguir mirando las cosas que pasaban a su alrededor

Pero nosotros seguimos como testigos, acompañando su silencio, y otros silencios, mientras pasan sin pena ni gloria los 20 de junio, los 25 de julio, y los 31 de julio, y todos los días, en un San Nicolás que perdió muchos habitantes y que pasó a tener uno de los índices de desocupación más altos del país.

Y cuando parecía que aunque fuera por prudencia y por respeto a la historia dejarían de destruir instalaciones, se desactivan definitivamente las baterías 1 y 2 de Coquería.

Muchos, se olvidarán realmente de aquellas fechas, y no tomarán en cuenta los achiques permanentes, pero otros, especialmente aquellos que ocupando funciones desde donde pudieron defender a la empresa prefirieron hacerse cómplices del desguace, o simplemente ignorarlo, tratarán de que nadie las recuerde, para no sentir remordimientos, ni tener que dar explicaciones sobre su comportamiento.

Mientras nuestro AH1 sigue mudo y temeroso de que la dinamita y las topadoras ni siquiera consideren su valor histórico.

Quizás conserve en sus entrañas aquellas esperanzas de 1960, los sufrimientos y las lágrimas de los 90 y aquellas palabras de don Manuel Savio:-La del acero es una industria básica sin cuyo desarrollo no puede considerarse que un país ha alcanzado su independencia económica. Incluso se comprueba la verdad opuesta: cuando menor es el desenvolvimiento de esta industria, mayor es la dependencia que se tiene del extranjero, con las graves consecuencias que de estas circunstancias se derivan (1946).

Sólo bastará, para comprobar esta verdad, observar lo que creció en estos 43 años nuestra producción de acero y nuestra industria, y compararlo con el crecimiento de nuestra dependencia externa a través de los números de una deuda que alcanza cifras descomunales e impagables.

Esta nota quiere ser un homenaje para los pioneros de nuestra siderurgia. Savio en primer termino, quienes siguieron sus pasos en la administración honrada de la empresa, y todos aquellos que ofrendaron anónimamente sus esfuerzos y sus vidas.

También pretende ser un desagravio y un recuerdo de amor y de amistad para todos los que fueron injustamente tratados y privados de sus puestos de trabajo, para muchos que se enfermaron , para los que murieron por la angustia, para los que vieron desarmarse sus familias, para los que tuvieron que emigrar; para los que aun deambulan por los despachos mendigando su jubilación, para los que tuvimos que llegar a la humillación para conseguirla, para los que sobreviven como tacheros, remiseros, quiosqueros, bolicheros, o como pueden.

También quiere ser un llamado para los que llevaron a cabo este proceso tan infame, los que vendieron y los que compraron: deténganse por un instante a analizar los efectos del daño que causaron a la comunidad, y piensen que algo podrían remediar si cambiaran su comportamiento por una actitud de humildad, de solidaridad, de fraternidad, de amor al país y a los demás.

Corresponde también mencionar a quién teniendo como principal tarea de su vida la de buscar la verdad sobre la Deuda Externa, se hizo tiempo para pelear por SOMISA, por YPF y por las irregularidades en las privatizaciones, Don Alejandro Olmos a quien hemos homenajeado en estos días a tres años de su fallecimiento.

Esta historia que planteamos, es una de las tantas que se dieron en esta etapa de la destrucción de la industria nacional y de la dignidad de los trabajadores en la Argentina.

Es necesario analizarla con mucha atención y extraer de ella las enseñanzas para encarar una nueva etapa en nuestra patria, llevando a cabo una verdadera reconstrucción nacional , descartando a estos personajes que hoy prometen resolver los problemas que ellos mismos ocasionaron y traer puestos de trabajo de cuya destrucción son los principales responsables.

COMPAÑERO GENERAL MANUEL SAVIO

COMPAÑEROS PATRIOTAS DEL ACERO

¡¡¡PRESENTES!!

¡¡¡ HONOR Y GLORIA A LOS QUE HICIERON

GRANDE LA ARGENTINA !!!