martes, 18 de mayo de 2010


HIPÓLITO YRIGOYEN, LA REPARACIÓN RADICAL[1]1



El poder en manos del pueblo a quien los poderosos de siempre considera inferior fue y sigue siendo atacado en forma sistemática. Lo que no se gana en las urnas se logra mediante la calumnia y este nacional que fue don Hipólito no pudo escapar al escarnio público, a manos de sus enemigos y sus voceros, la prensa (por entonces solo escrita)

Por José Luis Di Lorenzo[2]2

“Toda la historia es nuestra historia. Todo el pasado es nuestro pasado. Aunque a veces preferimos quedarnos con sólo una parte de ese pasado, seleccionando ingenua o engañosamente una época, una línea, unos personajes; queriendo eludir tiempos, ignorar hechos y omitir actuaciones”. Gustavo F. J. Cirigiliano.

El desafío que asumo a partir de la obra escrita por Hipólito Yrigoyen , es el de bucear su ideario fundacional procurando rescatar la herencia legada. Un primer escollo resulta de la propia personalidad del estudiado, quien en lo que se considera su escrito liminar reconoce que calló muchas veces “…prefiriendo cumplir mi obra en silencio, porque ese género de elocuencia majestuosa en su imponencia, lleva impreso en sí la franqueza y realidad de los hechos[3]3”.

De allí que apelamos a ese escrito suyo, Mi Vida y Mi Doctrina que redactó en 1923 con el propósito de reafirmar los principios de la doctrina radical en momentos en que lo había sucedido en la primera magistratura el Dr. Marcelo T. de Alvear. Texto que resulta útil visualizar en el contexto histórico, ya que no pretendemos analizar aquella época con la eticidad de la actual ni de ninguna otra. Lo que no es óbice para que intentemos extraer elementos que ineludiblemente forman parte del acervo cultural y personalidad social de los argentinos.

Marco histórico

La Unión Cívica Radical reconoce su origen en la Unión Cívica, dirigida por Leandro Alem y Bartolomé Mitre; y como hito la insurrección cívico militar del 26 de julio de 1890 conocida como la Revolución del Parque[4]4, que si bien es derrotada por el gobierno al que intentó derrocar lleva a renunciar al entonces Presidente Miguel Juárez Celman. Convocadas las elecciones presidenciales de 1891, cuando su candidato Bartolomé Mitre acepta encabezar una fórmula de unidad nacional propuesta por Julio A. Roca, Leandro Alem rompe la Unión Cívica y funda la Unión Cívica Radical.

La creciente popularidad de la UCR, la difamación a la que es sometida, la persecución y encarcelamiento de sus principales dirigentes, permite amañada y fraudulentamente que ocupe la presidencia Luis Sáenz Peña, por el Partido Autonomista Liberal.

Derrotada por el fraude, la Unión Cívica Radical comienza a reorganizarse y a preparar un nuevo levantamiento armado. Un hombre suyo, Aristóbulo del Valle, se incorpora a ese gobierno nacional como Ministro de Guerra, con mando de tropa, lo que ponía a la Unión Cívica Radical en inmejorables condiciones para acceder al poder. Sin embargo el por entonces emergente dirigente radical Hipólito Yrigoyen se opone ya que tenía el convencimiento de que no debían tomar el poder por medio de un golpe de estado, sino que mediante insurrecciones provinciales lograr la intervención de las provincias y la realización de elecciones libres. Proceso revolucionario que se extendió en todo el país siendo Yrigoyen quien lo encabezó en la Provincia de Buenos Aires.

El éxito militar le fue esquivo, más no así el cívico. Las tres insurrecciones armadas de la Unión Cívica Radical, la de 1890, 1893 y 1905 fueron vencidas, pero la Ley Sáenz Peña que finalmente terminó instaurando la elección presidencial mediante el voto secreto y obligatorio de todos los ciudadanos varones, fue la vía para la victoria. En 1916 por primera vez un Presidente es elegido libremente por el pueblo. Se inicia la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen.

Presidencia que tiene inicio en medio de la primera guerra mundial, conflicto armado que tuvo lugar entre 1914 y 1918, en tanto don Hipólito gobernará desde 1916 a 1922, para finalizar su segundo mandato cuando coincidiendo con la crisis económica mundial de 1930 es derrocado por el golpe de estado a manos de Uriburu.

Los tres gobiernos radicales habidos en el período transcurrido entre 1916 y 1930 (incluyendo el de Marcelo Torcuato de Alvear de 1922-1928), se desarrollaron en la etapa final del Proyecto del Ochenta, el de la europeización consentida[5]5, el de la Argentina Circular, que limitaba la patria productiva a la pampa húmeda, y que tenía como asociado a Inglaterra. Proyecto que nace en 1850 y finaliza cuando la crisis económica mundial de 1929/30 da por tierra con la hegemonía imperial inglesa. Proyecto cuya nutriente epocal es claramente exhibida por Juan Bautista Alberdi en Las Bases, cuando en su capítulo XV, sostiene:

“¿Queremos plantar y aclimatar en América la libertad inglesa, la cultura francesa, la laboriosidad del hombre de Europa y de Estados Unidos? Traigamos pedazos vivos de ellos en las costumbres de sus habitantes y radiquémoslos aquí”[6] 6.

Derrocamiento de Yrigoyen que también coincide con la quiebra de la Bolsa de Nueva York de 1929, y con el abandono del patrón oro en Argentina. Es decir con la época en la que el país abandonó aquella primera convertibilidad (funcional a mantener el valor real de las remesas a Londres por el pago de los productos industriales que nos proveía)

No podemos omitir que el gobierno radical encabezado por Marcelo de Alvear con el apoyo de la popularidad de Yrigoyen obtuvo más votos, que paradójicamente apoyaron a un candidato que en muchos aspectos era la contraparte del líder saliente. Aunque había sido apoyado por este, Alvear era y se sentía aristocrático y afrancesado, “en curiosa vuelta de tuerca, el paternalismo populista era sucedido por el aristocratismo popular”[7] 7

Eso sí, el gobierno de Alvear, como suele ocurrir con casi todos los gobiernos que no modifican ningún interés económico importante, ni cambian las reglas de juego político-institucional, no tuvo, en realidad, graves problemas, como sí lo va a tener Yrigoyen después de 1916.

APORTES A UNA DOCTRINA RADICAL

Compartimos que en realidad habrá dos radicalismos, el radicalismo-sentimiento que entrevió Alem y sintió fuertemente Yrigoyen, y el radicalismo-doctrinario, que ponía el acento en las formas, pero no percibía el fondo: la conciencia de la nacionalidad.[8] 8.

El marco conceptual que nutre los contenidos doctrinarios del radicalismo, según escribe Hipólito Yrigoyen, parte de “La honradez administrativa, la libertad de sufragio, la autonomía provincial, el castigo al fraude y la malversación, es el programa para la felicidad nacional”[9] 9, lo que se entendía que había que reparar. En lugar de poner el acento en lo político lo pone en lo ético, en la convicción de que sólo el desarrollo de lo ético individual ejercitará los cambios.

Apelaciones a la reparación institucional y un credo político que reconocen antecedente en el Manifiesto del Comité Nacional de la Unión Cívica del 2 de julio de 1891, que luego aparecerán sancionados estatutariamente en la Carta Orgánica Nacional de la que a partir del 17 de noviembre de 1892 pasará a ser UNIÓN CÍVICA RADICAL:

"La Unión Cívica Radical, asociación política esencialmente impersonal, a cuyas filas pueden ingresar todos los habitantes que quieran adherirse a su programa -formada para luchar por el resurgimiento de la vida institucional, que asegura a la patria su paz y su progreso por el cumplimiento honrado de la ley, la pureza de la moral administrativa, el ejercicio efectivo de la soberanía popular y el amplio reconocimiento de la autonomía de los Estados y de los Municipios- bases fundamentales de nuestro sistema de gobierno y existencia nacional...” [10]10

Algunas claves

El desarrollo ético individualista, de cuño hispano, es el punto de partida para recuperar la organización de las instituciones, honrándolas en su gestión y legitimándolas en su designación. Yrigoyen rompe con la lógica mitrista, se niega al contubernio con el régimen y a su turno, a acceder al poder sin la decisión soberana –el voto- del pueblo. Con su presidencia legitimada popularmente se inicia un punto de inflexión del Proyecto del 80,

Recordemos que se trata de valores ausentes en esa época, que por lo tanto constituyen un avance revolucionario respecto de quienes se sentían los superiores de la patria, pretendidos aristócratas devenidos en oligarcas, que mediante el fraude se eternizaban en el poder y a través de la malversación consolidaban un sistema prebendario (en beneficio propio) que la historia acredita además fue funcional al saqueo de la riqueza nacional a manos del imperio británico.

Ética en la gestión que la UCR postulaba como el paradigma que permitiría lograr la felicidad nacional. Honradez administrativa e impersonalidad que si bien Alem había enunciado contra Mitre, se terminaron esgrimiendo como filosofía liberal contra todo caudillo, incluso contra el propio Alem o Yrigoyen. Todo nutrido de un sentimiento nacional entendido como la “Nación” con prescindencia del pueblo, como enseñaba la historia corriente que los llevaba a confundir la patria con las conveniencias de su clase sin advertir ni comprender las ataduras imperialistas”[11] 11

1. La reparación es el movimiento nacional

La reparación es el nudo gordiano del ideario de Yrigoyen. “Es la matriz generadora de la acción, que se orienta hacia la restauración de un pasado áureo, impreciso pero originario… Es un impulso reparador, cumplimentador de un destino, una especie de proa hacia la acción que conduce a la realización de la Nación”[12] 12

Convengamos que el sufragio universal, secreto y obligatorio, constituye una cabal reparación ciudadana que el fraude obturaba, y si bien por entonces solo tuvo como destinatarios a los ciudadanos varones, les otorga derechos que estaban en la letra constitucional pero que eran real y sistemáticamente negados. La Ley Sáenz Peña, que de alguna manera es una conquista que le fue arrancada por el radicalismo al régimen, constituye un instrumento jurídico que –en la terminología actual- incluye a los por entonces excluidos políticos.

Del texto en análisis surge que la organización de las instituciones resultan una reparación abarcativa del conjunto nacional, del movimiento como se lo denomina., que resultará reparador, sanador.

“He dicho otras veces que el movimiento no sólo salvaría a la Nación del presente, sino que germinaría en su magno porvenir, y para los que no se aperciban de que una generación de ideas nuevas y liberadoras avanza incontenible y resuelta por los caminos de la patria, ésta es la hora de toda persuasión. …”[13]13

Movimiento que la génesis conceptual e insurreccional va gestando como una meta, un ideal a cumplir. “Así se han realizado todos los acontecimientos humanos: por la concepción del ideal primero, y por su íntegra materialización después; y sólo fracasaron por el desvío o por la apostasía…”[14]14.

Para Yrigoyen se trata de los valores redentores de la Patria, “-la Reparación es un movimiento de carácter nacional-… que en realidad encierra un apostolado cultural. Él quería generar una espiritualidad que perdurara a través de los tiempos. “Yrigoyen quiso consagrarse a esa tarea, pero no es el apostolado de un maestro sino la madurez de una cultura lo que da la élite indispensable”[15] 15,

“U. C. Radical, que es más que un partido político, un movimiento de carácter nacional[16] 16

Pone el acento en lo que por entonces la Patria adolece, moralizar la gestión pública: “La reivindicación del honor de la Nación, la reasunción de sus atributos morales, la restauración de sus instituciones, la elevación de las clases trabajadoras, el restablecimiento de su soberanía …”[17]17

Demandando la reparación de los derechos de los que menos tienen “armonizados con los poderosos, que lo tienen todo”[18] 18

La reparación, nos dirá, es la que dignifica, ya que constituye “… una gran cruzada que emprende la argentinidad para retomar la marcha perdida de su tradición histórica, que viene de Mayo”[19] 19.

Se preocupa y advierte respecto de “la posibilidad de que por cualquier causa pudiera desaparecer del escenario nacional la contienda reivindicatoria…[20]20

Tal afirma Jorge Bolívar el yrigoyenismo constituye el inicio de la finalización del Proyecto del Ochenta, Es la oposición al Proyecto que en definitiva denuncia como “el régimen”. Tiene una cosmovisión movimientista, propugna la justicia social, al declarar nuestra neutralidad ante la primera guerra ejerce la soberanía política, pero no alcanza el objetivo de concretar la independencia económica, lo que impide erigirse en un proyecto en sí mismo. Sin embargo, es innegable que constituye la bisagra hacia el nuevo proyecto industrialista que años después verá luz.

2. La organización es lo radical

Asumiendo la historia de lucha cívica que terminó logrando que el poder fuera a las manos del pueblo, sostiene y afirma que “todo credo de la ciencia política en la organización y perfeccionamiento sucesivo de los pueblos debe ser radical en su esencialidad porque ésta es la más selecta condición de la vida”

La reivindicación del ejercicio del poder republicano hasta entonces arrebatado por la ignominia oligárquica lleva a que el acento se ponga en la puesta en marcha y organización del sistema republicano hasta allí nominal, desafiando a los usurpadores desplazados a que se disuelvan o “rectificando sus principios políticos concurra con sus propias fuerzas a la consolidación de la democracia argentina”[21] 21

Organización que se empezó a gestar “nutriendo y modelando la conciencia de la ciudadanía argentina” y que tuvo como sujeto “el amplio sector de los hombres de trabajo, dignísimo y noble núcleo de la comunidad patria, que estimuló permanentemente con su apoyo y beneplácito la obra de carácter social que tendía a resolver sus fundamentales problemas”[22] 22

Su obsesión fue “la restauración moral y política de todos sus poderes en el ámbito de la legalidad y la libertad. Es decir, la instauración del gobierno democrático, como expresión auténtica de la soberanía del pueblo”.

Ideario que debe comprenderse y dimensionarse en esa época, ya que recuperado desde hace más de dos décadas el ejercicio democrático puede parecer una reivindicación apenas ritual. Libertad electoral que en realidad significa mucho más que lo tomado por los que la pretenden como finalidad exclusiva de la política y no como medio para conseguir gobiernos populares y por lo tanto nacionales.

3. La abstención como instrumento revolucionario

La abstención fue concebida por Hipólito Yrigoyen como una de las claves de la lucha para mantener al radicalismo fuera del circuito de acción y de prebendas posibles de un oficialismo usurpador del poder popular y por tanto calificado como Régimen: “La poderosa imposición de un régimen adueñado de todos los gobiernos y devorado por todas las concupiscencias públicas, requería un carácter inquebrantable en la lucha”…Creí sacrílega- agrega- la pretensión del régimen de querer eslabonar su pasado con la actualidad en el escenario de la República”.[23] 23

Tal lo adelantado, el radicalismo nace de la insurrección contra la usurpación del poder, y en su génesis hubo contradicciones y concupiscencias, que la historia posterior repetirá.

“…Con la Revolución se propuso mantener en pie de permanente rebeldía -en la conspiración constante- a la ciudadanía argentina, contra los usurpadores del poder. Con la Intransigencia se encerraban los postulados del Dogma, en una interpretación ortodoxa e intangible ... Con la Abstención se lograba evitar que gran parte de los ciudadanos cedieran a los halagos de las prebendas y del usufructo de las cosas materiales a cambio del debilitamiento de sus conciencias de hombres libres. Era ese modo duro y sacrificado de probar el temple de los mejores, resguardarlos como reservas morales para continuar con la larga lucha, hasta el día final de la victoria”

4. Soberanía popular (sufragio universal)

El uso de la insurrección frente al tiranicidio de los usurpadores del poder revierte cuando el voto como instrumento del “ejercicio ético-político de la identidad radical”, pasa a ser un instrumento realmente revolucionario. “Hay en la igualdad del voto un virus revolucionario. El voto es un arma tan poderosa como el fusil, acaso lo sea más… el sufragio universal y secreto implica pues, un principio de revolución social”[24] 24

Conociendo como conocía al régimen que enfrentó, advertía lo que lamentablemente terminó siendo un anuncio: Si por una fatalidad volviera a tomar las riendas del destino de la República, recrudecería la tragedia y de nuevo se volvería a la contienda cruenta en todo el territorio argentino”.[25] 25

Hace acto de fe en la decisión popular y claramente anota que “…Los pueblos no se equivocan jamás en el ejercicio de los atributos de la vida pública, mientras elijan hombres libres y honorables que interpreten sus inquietudes espirituales y sus ideales…”[26]26.

Sabía, porque esa fue su lucha que “EL voto popular conculcado durante un tercio de siglo …importaba, a la vez que no complicarse con las parodias electorales del régimen, la afirmación del ideal revolucionario…”, pero también sabía que “Si la U. C. Radical cayera en el error de confundirse con el medio imperante, tendría que convocarse nuevamente a la voluntad nacional porque se habría falseado su misión histórica y perdido su carácter político”.[27] 27

5. Rol del Estado

Durante el segundo gobierno radical, el de Alvear, los leales a Yrigoyen (“personalistas”) con motivo de la discusión acerca de la nacionalización del petróleo introducen la discusión acera del papel que debe cumplir el Estado. Su diputado Diego Luis Molinari introduce y da contenido a un debate que sigue hasta nuestros días:

"Hay una oposición y contraste extremos entre los distintos puntos de vista que aquí se han sostenido. Hay, en el fondo de esta cuestión, el debate secular, que se renueva en otras de las tantas bases y en particular sobre ésta del petróleo, acerca de si es el Estado o el individuo el que ha de primar en la regulación económica de los bienes que constituyen el patrimonio colectivo. La representación radical se inclina por el Estado, y entiende que en el Estado ha de estar el contralor de estas grandes riquezas. Tenemos pues una ideología definida con respecto a estos problemas, un programa de acción concreto, y bases legales explícitamente declaradas, que han de constituir el programa que desarrollará la Unión Cívica Radical interpretando el sentimiento colectivo de la Nación Argentina".

En tanto el líder radical dirá que “…no todos quieren comprender, o no alcanzan a definir, los medios precisos que deben ponerse en ejecución para que la transición y la renovación se realicen naturalmente, en cumplimiento de exigencias superiores de la Nación. Y ello sin hesitación, y también sin dividir al país en dos sectores irreconciliables: elegidos y réprobos. Naturalmente que me refiero a la doctrina en su fundamento ideológico, que es permanente; no a la técnica de su realización, que es temporal”[28] 28, rematará.

6. Soberanía nacional: la neutralidad

Tal lo inicialmente anotado, la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen transcurre en el medio de la primera guerra mundial, en la que “civilizados” y por nosotros admirados países europeos acreditan toda su barbarie masacrándose mutuamente. Conflagración de la que era parte la potencia dominante a la que el Proyecto del Ochenta nos había subordinado, Inglaterra. Es en ese contexto en que la Argentina presidida por el primer Presidente legitimado por el (real) voto popular, asume su soberanía política, y superando presiones e intereses declara su neutralidad.

“En el orden internacional tuve que plasmar nuevas normas jurídicas contra las establecidas, para poder así destacar el significado preciso de la independencia y la integridad de la Nación, en la plenitud soberana de sus atributos… Señalamos, en un instante crucial de la historia de la humanidad, ejemplos de integridad soberana, en el resguardo celoso de nuestro derecho, que prestigiaron a la República. Propugnamos en tales principios la igualdad de todas las naciones y enunciamos el precepto evangélico de que "los pueblos son sagrados para los pueblos y, los hombres son sagrados para los hombres".[29]29

“Los fundamentales principios que profesé siempre respecto a la soberanía y a la dignidad de mi patria, ya fuera por su concepto ante el país o ante el mundo, se pusieron en vigencia en el problema de la neutralidad argentina durante la guerra europea. La política deliberada y austera, que no improvisé por cierto, la había aprendido y experimentado en mis largas vigilias de ciudadano.”[30] 30

Huelga decir que el precio pagado fue el que siempre pagan los que defienden los intereses de la patria, tal reconoce “Fui ruidosamente injuriado y calumniado en esa emergencia”[31] 31.

7. Difamación para la deslegitimación

El poder en manos del pueblo a quien los poderosos de siempre considera inferior fue y sigue siendo atacado en forma sistemática. Lo que no se gana en las urnas se logra mediante la calumnia y este nacional que fue don Hipólito no pudo escapar al escarnio público, a manos de sus enemigos y sus voceros, la prensa (por entonces solo escrita)

La política que apliqué en el gobierno era la que persigue la humanidad como ideal supremo de su progreso y bienestar… Esta obra prócer por sus enseñanzas y heroica por sus intrepideces, los mercaderes políticos, dirigentes del régimen y del contubernio, han tenido la desaprensión vergonzosa de imputarme públicamente, que la llevé a cabo con los millones que yo había incontroladamente desparramado[32]32

“Dos fuerzas antípodas luchan: la una con el espíritu del bien común, avalado por su trayectoria cívica, y la otra, con el peso de un pasado oscuro y apetitos insaciables por las ventajas del poder; la una, con la clara conciencia de su deber responsable, y la otra con el acre descreimiento que ampara la impunidad. La cesación de la una, llevará a detener por tiempo indefinido la marcha regular de la Nación y el logro de su luminoso porvenir. La continuación de la otra, acentuará su dominación a través de agravios arteros y trágicas desolaciones sin término, afirmando el triunfo de la Nación Argentina”

El “régimen” como gusta decir a los radicales, incluso los que hoy no logran visualizarlo claramente, repite la historia aplicada a Yrigoyen y a todos los que no son funcionales a sus negocios e intereses, haciéndolos “…punto de mira de todas sus vilezas, tramando inauditos planes de todo orden para desviar el juicio público sobre mi persona”[33] 33 como dirá con dolor en su alma.

“Esta alta y noble labor de los estadistas, enseña, está siempre expuesta al error, por la intervención de las facciones desplazadas de la función pública, que pretenden tornar al pasado regiminoso...” al que lo sometieron “todos los poderes, las agrupaciones partidarias y la prensa en general.[34] 34 A pesar de lo cual él hizo prevalecer la intransigencia.

8. La ética de la liberación (de la ética individual a la ética social)

Un concepto que debe ser rescatado y debidamente ponderado, por omitido, por olvidado, es que la reivindicación de la recuperación del ejercicio del poder republicano por el pueblo es para el yrigoyenismo LA LIBERACIÓN, máxima reparación del hombre argentino.

Ninguna duda cabe frente a la defensa de la ética del voto, del ejercicio del poder, del ejercicio de la soberanía política, de la justicia social, porque como su conductor dice “…hemos asumido la actitud que la hora nos marcaba, no abdicando del deber que nos correspondía. Desde entonces no nos pertenecimos, nos entregamos a la lucha por la liberación argentina. Y supimos que todo taller de forja, parece un mundo que se derrumba”. Se rescata y resalta la necesidad de que estas gestas tenga un conductor: “Todas las realizaciones superiores del género humano, estuvieron animadas por la potencialidad creadora de un gran conductor, imprescindible para ejecutarlas en todas sus proporciones y magnitudes”, agregando que “Sólo nos resta, entonces, conservar inmaculados los prestigios de la empresa liberadora, y el resultado final será tan fecundo y seguro como digno de su grandeza”[35] 35

Cuando en los tiempos que vivimos se advierte difuso el objetivo central que la doctrina de por lo menos uno de los radicalismos, se impone, a modo de admonición y advertencia anotar aquello que legara cuando con contundencia afirma: “Y si en el futuro no se mantuviera incólume la integridad que representa el concepto reivindicador, perdería el relieve y la virtud que la caracteriza en las páginas de la historia, y se desvanecería en el medio ambiente social para confundirse en la complicidad y el descreimiento, que son frutos malsanos del renuncio y de la claudicación”.[36] 36

“¡Benditos sean los que piden transigencia en las actitudes personales; pero los que la piden en el orden de los principios, malditos serán para siempre!”[37] 37

Es bueno recordarlo cuando sigue pendiente de resolución la inveterada confrontación entre liberación o dependencia

9. La partidocracia

Yrigoyen, aunque sorprenda, no se reconoce como hombre de partido, se asume como hombre de solidaridades nacionales, y aunque hoy parezca poco comprensible y quizá cuestionable caracteriza a la UCR como a la patria misma. En realidad él visualiza a esa forma organizativa como contenedora del conjunto de la comunidad que se cohesiona en el ejercicio de la ética individual.

Lo que ratifica cuando afirma que al movimiento nacional que el yrigoyenismo encarnó lo “alimentó el idealismo puesto al servicio de la República en sus formas más puras. Se hizo de tal manera una suerte de religión laica, y tuvo una mística. Congregó bajo su bandera a los hombres de todas las clases sociales y todas las edades. Los jóvenes le dieron su exaltación y la pureza de los sentimientos; los obreros, la reciedumbre de sus brazos nervudos y los intelectuales las mejores inquietudes”[38] 38

Agregando que “Es necesario comprender que somos intérpretes de una hora crucial del pueblo argentino, y ello está abonado en todos los tiempos y por los martirologios sufridos en el cumplimiento de sus imperativos mandatos. No soy hombre de partido en sentido militante. No tengo temperamento para una vida tan estrecha y limitada como la que ellos realizan; ni tampoco creo en su eficacia, en el sentido de sus beneficios públicos. Pero sí soy hombre de solidaridades nacionales, en las definiciones y exigencias más acabadas del honor y de la grandeza de la patria.”

Reivindica y rescata la lucha y a los que ofrendaron su vida por ella ya que “Es el ideal revolucionario lo que ha salvado la Patria. Los que han caído envueltos en la bandera de convicciones tan altas, los que han ofrendado su sangre, su heroico esfuerzo con el fin de realizar esta obra y cimentar este apostolado, han merecido bien de la patria y sus nombres ilustres tienen el respeto y la gratitud eterna del pueblo argentino…Por esa causa el movimiento contó con pensadores y mártires que vivieron consagrados a la obra y murieron por cumplirla”.

“La U. C. Radical es -lo reitero, finalmente-, la patria misma. Movimiento de opinión nacional que enraíza en los orígenes de Mayo” [39]39

10. Vigencias y herencias del ideario

Rescatar las herencia y las vigencias del ideario de Hipólito Yrigoyen impone prevenir junto a José María Rosa que se trata de un proceso histórico con complejas polaridades ideológico-culturales, tal como este historiador dice “hubo dos radicalismos, como dos fueron los federalismos en 1833”.

La idea movimientista, la del conductor, la de la lucha por la reparación, que parte de la gesta insurreccional y revolucionaria que asume el ideal sanmartiniano y que es sucedida por el voto universal, secreto y obligatorio como instrumento de la revolución, son claros legados, diría en lenguaje actual, pueblo céntricos.

La conciencia del derecho a la lucha contra toda forma de tiranía es una clara herencia del ideario yrigoyenista. Como lo es la autodeterminación como expresión de la soberanía política de la Nación concretada al declarar la neutralidad frente a la guerra. Neutralidad que guarda coherencia con el ideal revolucionario que solo tiene justificación contra los tiranos, en tanto la neutralidad se funda en que los hombres son sagrados para los hombres, y los pueblos para los pueblos.

La herencia positiva es la idea permanente de la reparación, que por entonces logra la inclusión cívica de los hombres y que propugna la igualdad y la fraternidad. Tomando como punto de partida la Revolución de Mayo pero reivindicando el aporte cultural hispano y la nutriente mestiza de nuestros primeros pueblos, bajando de alguna manera el muro que pretende construir un ideario fundado en la superioridad cultural inglesa.

El Yrigoyenismo es una bisagra entre el Proyecto del Ochenta que en lo económico va llegando a su fin (aunque resiste culturalmente) y el Proyecto de la Justicia Social que se iniciará (simbólicamente) el 17 de Octubre de 1945.

No es casualidad que el texto en análisis se haya producido cuando la conducción del líder radical es cuestionada por los que se empiezan a autodenominar antipersonalistas. Resabios de la primigenia Unión Cívica, la de Bartolomé Mitre, de algún modo aparecían y aún perduran.

A modo de herencia negativa vemos que la intransigencia al régimen no fue siempre respetada por los herederos de don Hipólito. No lo fue cuando los radicales aceptaron (no se abstuvieron) de ser constituyentes de facto del gobierno de Aramburu (quizá porque no lo consideraban el régimen) o cuando Arturo Mor Roig a semejanza de lo hecho por Aristóbulo del Valle con Luis Sáenz Peña, acepta ser Ministro del Interior del gobierno de facto de Lanusse.

Como tampoco lo es cuando algún radicalismo parece sentirse excluyentemente la República haciendo del rigorismo formal un culto que violenta y obtura la pendiente reparación, la de la liberación nacional.

Martínez, marzo de 2010



[1] 1.Del libro "Antología del Bicentenario", Colección "UPCN los nacionales" Editado e impreso por UPCN, abril 2010.

[2]2. Es Abogado (UBA). Presidente del Instituto para el Modelo Argentino (IMA), profesor de Derecho de la Seguridad Social, Facultad de Ciencias Sociales (UBA), Secretario de la ACMC. Co-director de la colección Liberación. Articulista. Autor y/o coautor de una docena de libros.

[3] 3.Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina. 1923

[4] 4.Revolución que, a decir de Hebe Clementi “… configura un estallido de protesta dentro del proceso positivista, una encrucijada del poder político de turno, en que participan gente de tendencias cívico-políticas dispares, y cuya única amalgama es el malestar generalizado, el repudio a cánones utilitarios y la invocación de principios éticos de libertad y justicia”.

[5] 5.Categoría que es investigada y desarrollada por Jorge Bolívar. en el libro “Proyecto Umbral. Resignificar el Pasado para Conquistar el Futuro”. Gustavo Cirigliano y otros.

[6] 6. Metodología para el Proyecto de País. Gustavo Cirigliano.

[7] 7. Carlos Floria y César García Belsunce, citados por Jorge Bolívar en Proyecto Umbral.

[8] 8. Conforme sostiene José María Rosa, citado por Jorge Bolívar en el libro Proyecto Umbral

[9] 9. Tomado de Hebe Clementi. Historiadora. Profesora titular de la cátedra de Historia del Pensamiento Latinoamericano José de San Martín en el Centro de Estudios Avanzados de la Universidad de Buenos Aires. Ex Directora Nacional del Libro. Ex Directora del Museo Roca. Miembro de Número del Instituto Yrigoyeneano.

[10] 10. Mi Vida y Mi Doctrina. Hipólito Yrigoyen. 1923

[11] 11. Jorge Bolívar ob. cit.

[12] 12. Hebe Clementi

[13] 13. Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina. 1923

[14] 14. Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina. 1923

[15] 15. José María Rosa, Historia Argentina, Tomo X.

[16] 16, 17,18,19,20,21,22,23,24,25,26,27,28,29,30,31,32,33,34,35,36,37,38,39Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina. 1923

[17] Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina. 1923

[18] Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina. 1923

[19] Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina. 1923

[20] Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina. 1923

[21] Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina. 1923

[22] Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina. 1923

[23] Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina. 1923

[24] Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina. 1923

[25] Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina. 1923

[26] Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina. 1923

[27] Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina. 1923

[28] Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina. 1923

[29] Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina. 1923

[30] Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina. 1923

[31] Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina. 1923

[32] Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina. 1923

[33] Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina. 1923

[34] Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina. 1923

[35] Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina. 1923

[36] Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina. 1923

[37] Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina. 1923

[38] Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina. 1923

[39] Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina. 1923