martes, 18 de mayo de 2010


A partir de las declaraciones del jefe de la UCR los Compañeros se inspiran.

COSA QUE NO ME GUSTA, DOÑA, EL RACISMO Y EL NEGRO DE AQUÍ A LA VUELTA

Por Enrique Manson

Mayo de 2010

El senador mendocino Ernesto Sanz ha declarado su disgusto sobre lo

que hacen los destinatarios de la Asignación Universal por Hijo.

Según manifestó a los diarios: -Por la Asignación Universal por Hijo

aumentaron el consumo de droga y el juego. No se trata de estigmatizar a ningún sector social, son datos de la realidad.

Es importante la aclaración que el señor senador hace: No se trata de

estigmatizar a ningún sector social.

Es que la Unión Cívica Radical es un partido popular, y Morales rinde culto al pasado del partido de Yrigoyen.

¿A quien se le ocurre que pueda querer estigmatizara la plebe, cuando

jamás lo han hecho?

No son lo mismo que la falsa Casandra, la pitonisa de desastres que

nunca se producen, que dijera hace un par de elecciones que la clase

alta y la clase media le enseñarían el camino a los extraviados del

pobrerío, que siguen votando a los K por el pancho y la coca.

Y que por eso, la Asignación Universal debe extenderse, también, a los niños ricos que –como decía el presidente innombrable- no tienen cambio.

Es cierto que un destacado correligionario como Gerardo Morales hizo

que muchos argentinos nos desayunáramos de la obra de Milagro Sala

cuando la denunció, bien a lo varón, diciendo que los piqueteros de la

Tupac Amaru lo habían patoteado.

Hablaba de la misma Milagro Sala que, según dice, les pega a las mujeres.


No como él, que esperó que Mercedes Marcó del Pont se retirara del recinto de la Comisión del Senado para agredirla verbalmente por no haber contestado las preguntas que no se atrevió a formular.

Y no se trata de cualquier legislador.

El senador nacional Gerardo Morales había sido elegido como el senador más laborioso de 2006 por sus pares, junto a los diputados nacionales y los periodistas que cubren la actividad parlamentaria.

Es que con esta chusma no se puede.

Ahora se gasta la asignación, que pagamos todos, en bingo y en paco, lo mismo que antes levantaban el parquet de las casas que les regalaba la demagogia de Perón y Evita para hacer asados.

Fue por eso que, sin querer estigmatizar a los descamisados, el entonces diputado radical Ernesto Sanmartino, pronunciara, en los años 40, sus definitorias admoniciones: El aluvión zoológico del 24 de febrero parece haber arrojado a algún diputado a su banca, para que desde ella maúlle a los astros por una dieta de 2.500 pesos.

Que siga maullando, que a mí no me molesta.

Es que, si para algunos -El peronismo significa la recuperación de lo social como realidad anterior a las formas políticas del liberalismo y del Estado de Derecho liberal-burgués: ese componente básico que, por lo demás, está en las entrañas de la tradición política hispanoamericana.

En términos generales, Perón vino a reintegrarle al hombre común

marginado su capacidad política y a convertir en protagonista al

descamisado y al cabecita negra, para instalar una columna

vertebral nueva en el proceso político-social de los argentinos. [1]

Para otros, producía la reacción que observaba Arturo Jauretche entre

quienes habían sido la modesta clase alta del barrio o del pueblo

del interior y, sin perder materialmente nada, se sintieron invadidos

por el ascenso de los negros, que ahora los obligaban a hacer cola

en el almacén, donde antes recibían el trato personalizado del

almacenero.

Muchos de ellos descendían de inmigrantes que, con esfuerzo y

tenacidad, habían superado su origen obrero, y no les parecía justo

tener que soportar a los recién llegados.

- ¡De que valía el esfuerzo de ahorro de los viejos, llegados desde esa Europa dura y protestantizada, si ahora estos negros gastaban dispendiosamente -igual o más que ellos- lo que el facilismo oficial les otorgaba...!

Se sentían dueños de la ciudad, ahora invadida por los criollos

atezados e incultos.[2]

Claro que, para llegar a pensar así, olvidaban que sus padres o

abuelos habían recibido a su vez el desprecio de quienes en su momento

se vieron invadidos por ellos.

El primer día en que la UCR alcanzó el poder, el 12 de octubre de

1916, el doctor Benigno Ocampo hacía una descripción de tal tragedia:

-Ha sido terrible... Escupieron las alfombras...

Descolgaron las cortinas en el empeño de verlo...

En la calles reemplazaron los caballos, empujando el coche...

Hemos pasado del escarpín de baile a la alpargata.

Si esto ocurre con los legisladores, no debe asombrarnos que muchos

integrantes de la clase media, que han olvidado sus penurias de 2001 y

2002, y que desbordan supermercados, centros de compras,

restaurantes, cines y lugares de veraneo, estén profundamente

disgustados con el gobierno.

Es que les duele más la mejoría en la situación de los humildes.

Como el modesto patriciado aldeano o barrial de que hablaba Don

Arturo, ellos piensan: Si los negros viven como yo, entonces yo vivo

como los negros.